Ponente
Descripción
Durante el siglo XVIII, La Habana ya se había convertido, entre otras cosas, en el mayor centro urbano de la Isla, además, desde siglos atrás constituía el lugar y residencia tanto de los gobernadores como de los obispos que radicaban en Cuba. De ahí surge la imperiosa necesidad, desde mediados del siglo, de fundar un obispado en la capital. Finalmente, después de un largo proceso, el 24 de noviembre de 1789 se divide la diócesis de la Isla en dos obispados, uno de ellos radicado en La Habana. Es abundante los trabajos y libros que ha presentado la historiografía cubana con respecto a este hecho, sobre todo profundiza en las condiciones históricas que dieron lugar a la fundación del nuevo obispado, así como en el impacto que tuvo en la vida económica, política, social y religiosa de la sociedad colonial. Este hecho, trajo como consecuencias para la capital, la fundación de iglesias y parroquias rurales a medida que la población iba aumentando y expandiéndose por el occidente. Las mismas que contribuyeron no solo a la propagación de la fe y la doctrina cristiana, sino también al aumento y desarrollo de la economía eclesiástica. De igual manera, la fundación del obispado constituyó un gran eslabón en la formación de valores espirituales y morales, que corresponde en tiempo con los inicios de la ilustración reformista cubana, contrapuesta a las viejas concepciones medievales y escolásticas, tratando de buscar una definición criolla dentro del paradigma escolástico.