Ponente
Descripción
Desde hace algunas décadas se ha venido gestando lo que pudiera denominarse un proceso de concientización medioambiental como respuesta -en primer lugar- a la crisis ecológica global. Para el arte latinoamericano y caribeño el pensamiento y el accionar eco-sustentable han servido de plataforma, sumándose al debate en cuestión desde las posibilidades expresivas y los recursos estéticos de cada una de sus manifestaciones. La relación naturaleza y sociedad ha encontrado, de este modo, un enjundioso campo de enunciación en el seno de la praxis creativa, la mayor de las veces, en intrínseca relación con posicionamientos de activismo -biopolítico y socioambiental- por parte de los creadores.
Dentro del amplio espectro de manifestaciones que sobre el tema se puede rastrear en el proceso histórico-artístico contemporáneo de la región, la representación y el uso de materiales de desecho se posicionan como dos líneas de gran relevancia por su sistemática presencia y por la fecundidad de sus discursos. Tanto el regodeo pictórico en el residuo o la basura como signo fotográfico y audiovisual, pero, sobre todo, el reciclaje de materiales desechados - producto de la actividad humana- en prácticas del instalacionismo, refrendan un posicionamiento ético y estético de fuerte cariz ecopoético. El cuerpo de obras legado por artistas antillanos como Tomás Sánchez, Oliver Benoit, Donna Conlon, Jhonathan Harker, Tony Capellán, Daniel Lind Ramos o el colectivo Atis Rezistans; se sitúan en la intersección de los tres tropos que la académica Gissela Heffes ha conceptualizado como paradigmáticos de la ecocrítica latinoamericana: la destrucción, la sustentabilidad y la preservación.