Ponente
Descripción
Resulta pertinente recordar que, el descubrimiento y colonización de América y el Caribe, cuya pregnancia tuvo que ver con principios exploratorios y de conocimiento, implicó un desplazamiento que culminó en severos cambios en la fisonomía del continente americano. El doloroso proceso de gestación y parto de ¨otra¨cultura no fue una interrelación orgánica; fue sobre todo un encuentro plagado de forcejeos, desentendimiento discriminatorio, obliteración y mutilación.
En el decurso de los procesos colonizadores y neocolonizadores, se ha producido la degradación de las economías de un enclave geográfico como El Caribe que, fue perdiendo su capacidad para resolver los problemas de sus poblaciones. De tal suerte, la marcada distancia entre los países desarrollados y, los que fueron destinados a la zaga, ha provocado que grandes masas emigren hacia los escenarios, especialmente del llamado Primer Mundo, en busca de la “tierra prometida”, aunque a esta altura de la historia reconozcamos que tal desarrollo metropolitano, también ha sido estremecido, a modo de implosión.
Las migraciones llevan consigo un sentimiento de desarraigo y ruptura, fácilmente constatable en las manifestaciones de sus portadores; suponen una colisión que afianza tras El impacto y las particularidades de los procesos migratorios en el Caribe, han encontrado un canal distintivo para la reflexión en las expresiones visuales, cuyo amplio espectro se ha manifestado con un concepto integrador en la Bienal de la Habana.
En particular, la quinta edición de la Bienal celebrada en 1994, incluyó las migraciones entre sus núcleos temáticos, resumidas en la exposición ¨La otra orilla¨, la cual fue concebida como metáfora, con especial énfasis en las propuestas ideoestéticas que resultaron de la reflexión múltiple del fenómeno migratorio y sus diversas proyecciones.