Ponente
Descripción
Según el análisis demográfico de Juan Pérez de la Riva, aproximadamente 600.000 antillanos procedentes de Haití y Jamaica ingresaron a Cuba tras el decreto ejecutivo de 1913 del presidente José Miguel Gómez que permitía contratos estacionales a inmigrantes caribeños. Destinados al corte de caña en las provincias de Camagüey y Oriente, estos trabajadores extranjeros negros laboraban en los trabajos más intensos y peor remunerados. En un momento dado, su presencia en Cuba fue exigida por la demanda laboral de las grandes empresas norteamericanas que dominaban el mercado azucarero, dueños de la gran mayoría de tierras en que se producía el producto para la exportación. De hecho, en 1910, aproximadamente el 60 por ciento de la propiedad rural cultivable pasó a ser propiedad de empresas extranjeras, y a mediados de la década de 1920 éstas llegaron a poseer entre el 15 y el 20 por ciento del territorio nacional. En otro momento, especialmente en periodos de crisis económicas, los obreros antillanos se convirtieron en una “inmigración indeseable.” Acusados de ser una carga pública, de propagar enfermedades, y de arriesgar la homogeneidad cultural necesaria para forjar una nacionalidad cubana, los antillanos inmigrantes se convirtieron en chivos expiatorios de los problemas sociales como el desempleo, los bajos salarios, y el crimen. En esta presentación analizo los problemas que enfrentaron las clases trabajadoras inmigrantes negras en Cuba y sus modos de sobrevivencia desde lo social y cultural a lo político para comprender el desarrollo de la conciencia de clase.